martes, 13 de abril de 2010

Ciudadanía y Democracia

¿Cómo concebir una democracia consolidada con la ausencia de ciudadanos? Sería como construir un edificio sin pilares, éste inmediatamente caería al primer cisma. Sin embargo, ¿qué implica ser ciudadano y qué tan construida se encuentra en nuestro país?

El concepto de ciudadanía fue algo que tomó un auge particular en la década de los 80 y 90, dado que por un lado la caída del régimen soviético dio al traste con algunas esperanzas de un socialismo trasnochado, pero además, también se dieron varias transiciones en diversas partes del mundo, de regímenes dictatoriales a regímenes democráticos, lo que hizo voltear a la sociedad, y ver cómo estaban las bases para dar solidez, a esta nueva forma de hacer gobierno.

En mucho influyó el tipo de cultura política bajo la que crecieron sociedades en gobiernos autoritarios o dictatoriales. Era precaria una formación cívica, en donde se concibiera que la existencia de división de poderes, era crucial para un mejor desarrollo y evitar así la concentración del poder en una sola persona o élite. En otros sectores veían con desconfianza la democracia para lograr cambios sociales y económicos, y seguían creyendo que la vía armada o la clandestinidad era la única forma de lograr este tipo de cambios. Pocos miembros de la sociedad concebían que también era una responsabilidad de ellos, su desarrollo económico y social, la gran mayoría legaba esta responsabilidad a una élite o a un personaje que decidiera salomónicamente.

Esto hizo que organizaciones civiles, académicos y algunos partidos políticos se volcaran sobre la sociedad, para primero hacer saber que ellos eran ciudadanos en un régimen democrático, pero que la democracia por sí misma no hacía nacer a los ciudadanos, sino había que hacerlos. Es así como se fue dando importancia, a la necesidad de formar ciudadanos. La sociedad pudo darse cuenta de manera paulatina que la democracia dotaba de derechos pero también de obligaciones, lo que conllevaba un sentido de responsabilidad, hacerse responsables de su futuro, del desarrollo político, económico y social que deseaban de su país.

Sin embargo, el ser ciudadano no sólo implicaba atrincherarse desde la sociedad y ver desde lejos como los partidos políticos tomaban las decisiones del rumbo de la sociedad, sino también implicaba tomar parte de los diferentes ámbitos de la vida social, en las que muchos fueron excluidos o se marginaron a sí mismos. Esto último es algo que aún sigue implicando una gran disyuntiva para gran parte de la sociedad, dado que, la mayoría considera que involucrarse es mancharse del fango del desprestigio de hacer y ser político, y que se desea mejor continuar impolutos desde el bando de la sociedad civil.

En el caso de la sociedad mexicana, después de la Revolución Mexicana, varios intelectuales, líderes sociales y escritores, se involucraron en la política, decidieron también formar parte de diversos gobiernos, y así contribuir a la construcción de una nación próspera y democrática. Sin embargo, poco a poco estas intenciones fueron truncadas -tal es el caso de José Vasconcelos, en las elecciones de 1929-, se fue consolidando un régimen unipartidista, que simuló una democracia por gran parte del siglo XX, y esto llevo a que gran parte de la sociedad interesada en participar en la política, fuera excluida, se marginará o participara desde la clandestinidad.

No obstante, el movimiento del 68, y los sucesivos movimientos sociales, fueron desembocando en las reformas electorales del 77, hasta poder llegar a las del 97, en donde se fue logrando la transición democrática. Desde el cisma del 68 hasta el año 2000, gran parte de la sociedad, o mejor dicho de la ciudadanía, se vio inmersa en la transición democrática, muchos vieron que trabajar por consolidar una democracia, era mucho más viable, que trabajar desde las sombras o con un fusil en mano.

Lamentablemente, gran parte de aquellos que participaron en ese proceso y gran parte de la sociedad, creyó que el arribo de la democracia, traería consigo una serie de virtudes y frutos por si mismos, y que entonces sólo había que esperar que estos cayeran paulatinamente. Empero, el gobierno abúlico de Vicente Fox, y la permanencia de gran parte del aparato priísta, al no desmantelar gran parte de un régimen autoritario, llevo a que se dieran una plena democratización del sistema de gobierno y económico.

Sin embargo, esto llevo al desencanto de ese sector, esto generó a la vez, que gran parte de estos, se desmarcaran de los procesos políticos y sólo vieran con acritud pero a la vez con pasividad, los procesos electorales que se fueron gestando. Sin embargo, las elecciones del 2006 volvieron a despertar a ese sector y percatarse, de que aún las instituciones democráticas no estaban consolidadas del todo, a la vez, volvió la mirada a la necesidad de la participación y de ejercer el derecho de ciudadanía.

Asimismo, se observó que había que construir ciudadanía en gran parte del país, no bastaba con logros a nivel federal o a nivel de la Ciudad de México, había que a la vez generar estos mismos procesos en otros estados del país. En cierta medida, las elecciones del 2006, cismaron a ese sector de la sociedad que se mantuvo activa, que ejerció la ciudadanía en otros procesos, y que ahora se percata de lo necesario de seguir haciendo esto y de ampliarla.

La ciudadanía, es la base de todo sistema democrático, y ésta implica de hacernos responsables de la parte que nos toca a nosotros, la vigilancia y auditoria del poder, generar procesos autogestivos para el desarrollo propio, participar desde diversos ámbitos de los procesos políticos, sumarse a las causas sociales, civiles y políticas de diversos sectores que han sido violentados en sus derechos. En la medida en que nos involucremos en estos procesos, podríamos consolidar pilares de las instituciones democráticas, estas tienen que estar sustentadas en la sociedad y no en el poder político. Aún falta un gran trecho por recorrer.

jueves, 11 de febrero de 2010

Repensar la democracia.

¿Cuántas ocasiones se ha escuchado que hay que replantear el sistema de partidos, que incluso hay que establecer un mayor porcentaje de votos para permanecer u obtener el registro como partido, que hay que reducir el número de diputados en el congreso y en general que la clase política ha dejado de representar a la sociedad y sólo se representa a si misma?

Tal pareciera que el ascenso de la alternancia al poder presidencial en el 2000, y la consolidación de una democracia electoral, no deja satisfecha a la mayoría de la población. Sin embargo, también aquellos promotores del cambio democrático ahora se muestran insatisfechos y renuentes frente al nuevo régimen que se ha ido consolidando. Pero la pregunta es ¿en realidad la democracia electoral ha dejado de ser efectiva o la clase política no nos representa?

La democracia no sólo es la posibilidad de votar libre y secreto y de que existan una variedad de opciones por las cuales votar. Si examinamos la forma de participación que existió en diversos momentos de la historia de nuestro país, habría que pensar que la democracia va más allá de la diversidad de partidos y de que exista un sistema electoral independiente y fiable. Los movimientos del 68, del 85, del 94 y del 97, fueron generando una forma de pensar que abrió paso a otros cambios. La sociedad puso en duda que, sólo bajo el autoritarismo y el unipartidismo podía generarse cambios sociales, políticos y económicos.

El 68 fue la expresión más acabada de una forma de pensar diferente, de una generación que se abrió paso entre la loza revolucionaria y el tan anunciado progreso que se había gestado en las últimas décadas. Sin embargo, lo corrosivo de este pensamiento llevó a que el gobierno en turno, acabara de la manera más cruenta con un movimiento que dotaría de una nueva fuerza el proceso histórico del país.

El terremoto del 85, evidenció las fallas de un gobierno que se negaba a democratizarse, de una élite política que se enquistaba y que no daba paso a nuevas formas de gobernar. El desastre despertó la capacidad de acción y de organización de la mayoría de la población. La población en general se percató que la organización podía resolver una crisis, frente a un gobierno ineficiente y cada vez más corrupto.

En enero del 94, un grupo armado, denominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional, puso en jaque al estado, puso en duda no sólo el discurso de progreso y modernidad, sino también agrietó, aún más, aquel gobierno monolítico. La sociedad mexicana también se fue consolidando en su capacidad organizativa, comités, colectivos y organizaciones fueron emergiendo aún más, y con ello fueron abriendo paso a otras formas de participación.

En 1997, fue un año cumbre, no sólo para la Ciudad de México, sino para todo el país, ya que avizoraba la transición democrática, tan anhelada a nivel nacional. La llegada del primer jefe de gobierno electo democráticamente, fue posible gracias a las múltiples organizaciones que vieron en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) una puerta, no sólo al cambio de partido, sino también a las formas de hacer gobierno, se vislumbró la posibilidad de un gobierno de izquierda, algo que no sucedía desde la época de Lázaro Cárdenas, y precisamente su hijo representaba esa posibilidad.

Si observamos, en estos movimientos se encontró presente un factor clave, la participación ciudadana. Entonces ¿por qué no se ha hecho hincapié en la cada vez menor participación ciudadana para generar los cambios?

La participación ciudadana, siempre ha generado nuevas formas de actuar en lo público, la acción de las organizaciones civiles, sociales, colectivos y cualquier otra forma de organización, han tenido incidencia mayor o menor en las formas de gobierno y en las políticas públicas. Incluir a una mayor número de la población en los cambios significa que ésta tendrá que estar incorporada cuando se decidan los cambios en ciertas esferas del poder.

Lo que no se ha analizado a fondo, es que detrás de ciertas críticas y desprestigio hacia la clase política, se encuentra una élite económica, la cual, ha decidido con mayor influencia, en diferentes momentos, el rumbo del país. No se podría entender la reforma política propuesta por Felipe Calderón, sino en la lógica de un sector que se muestra aún insatisfecho con la clase política.

Este sector ha generado una sensación de desencanto sobre la política y las formas de participación, no se niega que los partidos también han jugado un papel importante en su propio desprestigio. Pero, lo que se observa es que se pretende restringir el sector de influencia. En la medida en que menor parte de la sociedad participe en el ámbito público, más se sustrae a lo privado, a los privados.

Entonces ¿qué significa repensar la democracia? Repensar la democracia, significa asumir la parte de responsabilidad que nos corresponde. Los cambios no van a venir por el arribo de un López Obrador o del PRD, el cual ya ha demostrado que cada vez se ve más cooptado y limitado por ciertos grupos empresariales y políticos, ni por los cambios en las reformas políticas. Los cambios se generan porque uno los hace, porque uno decide asumir la parte de responsabilidad que nos corresponde. La pregunta es ¿somos ciudadanos o súbditos? La ciudadanía implica una serie de derechos pero también de responsabilidades. Habría entonces que mirarnos hacia dentro, y ver que hemos hecho como ciudadanos y como sociedad.

Gritar al aire que la clase política es corrupta y que no sirve para nada, es como escupir al cielo. La mayoría sabe que es más fácil dejar que el otro asuma las responsabilidades, que asumirlas por si mismo, pero a la larga el costo termina siendo impagable. La adultez no sólo se gana con la edad, y una credencial de elector, esta se obtiene cuando la responsabilidad se abraza y los derechos se defienden.

viernes, 23 de octubre de 2009

La izquierda en México ¿Ideología vs Pragmatismo?

Hablar de la izquierda, en el espectro político de los partidos, es hablar de uno de los pilares fundamentales de la democracia. Izquierdas y derechas, han formado parte de las democracias consolidadas, las cuales han logrado cristalizarse en partidos, organizaciones civiles y políticas. Negar que existen ambas orientaciones políticas, en función de nuestra propia afinidad política, sería negar parte de la realidad y la convivencia, que puede existir entre ambas, en democracias plurales y fuertes.

Cuando uno analiza a la izquierda en México, y su institucionalización política, se percata que la historia de esta es muy reciente. El Partido Comunista Mexicano, hizo su aparición en 1919, pero desde su creación tuvo pocas oportunidades de consolidarse, ya que a la par se había venido consolidando con el triunfo de los Constitucionalista en la Revolución, un partido de Estado, que a la postre se convirtió en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), él cual retomaba la retórica y las demandas de los sectores obreros que se identificaban con los planteamientos de la izquierda y del partido Comunista. Es cierto que, también la derecha hizo su aparición como institución política en el siglo XX, incluso de una manera un poco más tardía, en 1939, con Manuel Gómez Morín. La aparición de estos espectros políticos en la vida institucional y democrática en el mundo, en general surgió en el siglo XX, y a la vez, ambas opciones, la derecha y la izquierda, tuvieron un auge que en algunos casos eliminaron y en otros lados pusieron en riesgo, la vida democrática de los países occidentales, el caso más patente es Alemania y España.

Sin embargo, volviendo sobre la izquierda en México, ésta constantemente se vio presa de sus luchas intestinas y de las presiones externas por parte del gobierno, lo que fue mermando su capacidad de incidir e incorporarse a la vida institucional del país. El PRI, como partido de Estado, anuló la posibilidad de que existieran otras opciones, y que pusieran en riesgo su continuidad en el poder. No fue hasta las reformas electorales de 1977, con José López Portillo, como presidente, en donde por primera vez, el Partido Comunista, lográ obtener algunas curules en la Cámara de Diputados y en la Cámara de Senadores. Las constantes crisis económica, el incremento de la corrupción en el gobierno y la creciente deslegitimación del régimen, así como las reformas constitucionales y electorales, que fueron abriendo el espacio a otras instituciones políticas, para iniciar la democratización de la vida institucional del país, lograron que la izquierda fuera generando más adeptos, y casi diez años después de que la izquierda fuera un personaje central en la vida política del país, puso en riesgo la continuidad del régimen.

Las elecciones de 1988, eran reflejo por un lado de la creciente debilidad del régimen, y del nacimiento de una incipiente democracia. Sólo que este último, fue truncado; el fraude electoral, las luchas intestinas en el PRI, y las desmesuras del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, pusieron en riesgo la democratización del país. Aunque lo último, afortunadamente, no sucedió, si retraso aún más este proceso. No fue sino hasta 1997, dos décadas después de las primeras reformas, que se logró abrir el paso a una profunda democratización de las instituciones y en el año 2000, terminaba un régimen que había perdurado por cerca de siete décadas.

Sin embargo, a pesar de que la izquierda jugó un papel central en este proceso, su acceso a la presidencia, se vio truncado tanto por circunstancias internas como externas. Las elecciones del 2006, son un reflejo aún más claro de esta situación.

El Partido de la Revolución Democrática (PRD), que hoy día representa la izquierda institucional en México, es preso de esos errores del pasado; pero ahora, que es partido en el gobierno -al menos a nivel estatal-, es más notorio como se han ido diluyendo los idearios que dieron orígen a este partido político, con el pragmatismo a la hora de gobernar y de competir electoralmente con otros partidos. La pregunta es ¿terminará por diluirse su ideología por el pragmatismo que compite por el poder, como ha sucedido con los demás partidos, en particular con el PRI?

Indefiniciones de origen

La izquierda en México ha carecido de definiciones ideológicas. El Partido Comunista de México (PCM), se adhirió al ideario del marxismo-leninismo proveniente de la Unión Soviética y de la Internacional Comunista. Sin embargo, en medio de un contexto que requería la competencia de partidos, la posición ideológica del partido, carecía de engranaje en el contexto y con el afán de insertarse en este, las posturas fueron matizandose. No obstante, en ciertos momentos legitimó y apoyo al regimen de partido, surgido después de la Revolución. El PCM a pesar de su enconada lucha por democratizar el sistema político, su ideario político lo ponía contra sí mismo, lo que en cierto momento su actuación fue marginal, conjugada con la represión por parte del régimen.

Los movimientos obreros en gran parte compartieron el ideario del PCM, sin embargo, la mayoría de las demandas estuvieron ligadas a la satisfacción de las condiciones laborales, por lo que el impacto en el ámbito político, fue mínimo. Esto a la vez, fue disminuido por la cooptación y el corporativismo que el PRI, hizo de los sindicatos, de tal manera que los movimientos obreros eran reducidos o reprimidos.

Cuando el PCM, por fin logra acceder a la Cámara de diputados y senadores, y decide asumirse como parte de los agentes del proceso democrático en México, las demandas se centran en democratizar el sistema de gobierno y los diferentes poderes de la Unión, por lo que, las demandas que eran nodales en la ideología comunista, queda como prótesis.

En el PRI, coexistieron de cierto modo una ala conservadora y otra relativamente progresista en terminos sociales, las cuales en determinado momento alternaban, tal fue el caso de Cárdenas para con Ávila Camacho, y de Ruiz Cortinez con Adolfo López Mateos; sin embargo, esta coexistencia se hizo cada vez más tensa, el intento democratizador de Carlos Madrazo, terminó generando mayores conflictos al interior del partido. Esto desembocó finalmente en la ruptura por una parte del PRI, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del general Lázaro Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, entre otros personajes, tales como Andrés Manuel López Obrador. La falta de democracia al interior del partido hizo que este grupo buscará otras vías diferentes que jamás se hubieran pensado, la democratización del régimen, y por ende un sistema de partidos fuerte.

Para las elecciones de 1988, se constituyó el Frente Democrático Nacional, teniendo como candidato a Cuauhtémoc Cárdenas, el cual logró aglutinar, no sólo un número importante de organizaciones civiles, sino a la vez pequeños, pero significativos partidos de izquierda. No obstante, se sustituyó las definiciones ideológicas, por la búsqueda de una democratización del régimen.

El fraude en las elecciones presidenciales de ese año, retraso el ascenso al poder de la izquierda. Sin embargo, para 1997 la izquierda ya constituida como Partido de la Revolución Democrática, con las reformas que se habían logrado a lo largo de esta década, se logra consolidar un sistema de partidos, a nivel de congresos y en particular en el Distrito Federal, donde el PRI dejó de gobernar y significó el arribo de la izquierda. En el año 2000, se logró la alternancia en el poder y se lograron mayores avances democráticos, al menos en el sistema electoral.

El arribo al poder, llevo a plantearse la relación que se establecería entre la sociedad civil y los grupos de poder consolidados. Este equilibrismo, requirió de pragmatismo más que de una ideología definida, la cual no existía. Esto llevo a que se rompieran ciertos diques, que la propia izquierda se había impuesto en términos de la relación que establecería con ciertos empresarios y la corrupción que fue uno de los elementos más criticados por la izquierda, hacia los gobiernos priistas. Asimismo, de nuevo se observó una falta de democratización interna de este partido, y a acciones que tienden a asimilarlos más hacia el pasado priista, del cual provienen la mayoría de los integrantes del PRD, que de un futuro progresista incluyente y democrático.

Se ha hablado de asumir una ideología de la socialdemocracia, similar a la de Europa y no caer en los radicalismos recientes de América Latina. Encontrar afinidades con el Partido Demócrata, y a partir de ahí, establecer una relación diferente con el vecino del norte, el cual siempre ha mostrado recelo hacia las izquierdas en México. No obstante, un paso fundamental para la izquierda en México, es una definición frente a la sociedad, es asumir esos nuevos cambios que se han venido gestando e incluir a los nuevos movimientos ciudadanos, para ampliar el margen de legitimidad, y así dotar de una nueva inercia al PRD; sin esto, todo intento por maquillar a un partido que parece más parte del pasado, pasará a convertirse en un anticuario más de lo que han sido las izquierdas en México.

martes, 16 de junio de 2009

Sobre el Voto Nulo

En México recientemente se ha dado un controvertido debate sobre las próximas elecciones del 5 de Julio, todo gira alrededor de la anulación del voto, como una forma de expresar el hartazgo hacia la clase política mexicana. Las reacciones han sido diversas, en el caso de los partidos y el propio IFE, evidentemente, ha sido un total rechazo hacia esta propuesta; por otro lado, el empresariado llama a votar, sin embargo, señala que dicha reacción es la falta de capacidad de la clase política por generar un acercamiento para con las demandas de la sociedad; diversos analistas han apoyado dicha propuesta; otros, llaman a votar; y los menos, a razonar cada vez más, el voto.

A pesar de estas posturas, sigue prevaleciendo la ausencia de un debate mucho más a fondo, y aún no logra realmente cimbrar a la clase política en México. En todo caso, si deseamos comprender cómo dicha propuesta ha logrado tener amplio apoyo, habría que revisar el interés de los electores por acudir a votar y, si la propuesta es positiva.

El sistema político que se inauguró con la muerte de Obregón, la creación del Partido Nacional Revolucionario, y finalmente el Partido Revolucionario Institucional (PRI), dio forma a un régimen político estable, que permitió a la vez concretar ciertos desarrollos económicos y sociales. A diferencia de otros países en Sudamérica, México logró tener una estabilidad política por casi setenta años. Es cierto, que el asesinato de Luis Donaldo Colosio y el alzamiento zapatista en 1994, desestabilizaron política y económicamente al país, aún así, no llevaron al país a un golpe de Estado.

La estabilidad política construida por el PRI, estuvo fincada en un alto costo, la democracia. México no fue un país democrático durante el sistema de gobierno generado por el PRI, en realidad nuestro país, carecía de esa experiencia, o de una experiencia a largo plazo, el gobierno democrático de Francisco I. Madero, apenas si duró unos meses. El grupo triunfante de la Revolución no se caracterizó por su liberalismo democrático, más bien, las prácticas fueron ampliamente antidemocráticas y autoritarias. Es cierto, que en el grupo triunfante de la Revolución mexicana, imperaba un anhelo de progreso y desarrollo, así como de la consolidación de un estado fuerte, frente al gran Goliat que tenemos de vecino, EU, sin embargo, concibieron el desarrollo y el progreso, como un destino otorgado a un determinado grupo, y que la sociedad mexicana jugaba un papel secundario.

A pesar de esto, un sector de la sociedad, en particular la clase media y trabajadora, dio batallas democráticas, por el lado electoral. José Vasconcelos se confrontó directamente contra ese monolito de poder que se estaba construyendo; los movimientos sindicalistas como el de los ferrocarrileros, fueron movimientos democráticos, en ese sistema corporativo que alimentaba y consolidaba a un régimen autoritario; el movimiento estudiantil del 68 significó el punto más álgido del deseo de una sociedad por democratizar el sistema político del país. Sin embargo, todos estos movimientos tuvieron una respuesta propia del régimen, fueron reprimidos.

La reacción violenta del régimen, de igual modo tuvo una reacción similar por ciertos sectores de la sociedad, tanto rurales como urbanos, decidieron que el único cambio de régimen, era el armado. A pesar de esto, un gran sector de la sociedad continuó por la vía pacífica y electoral. En cambio, las leyes electorales no propiciaban un sistema de partidos, y aún más los organismos o instituciones encargadas de organizar y realizar las elecciones estaban controladas por el propio gobierno. En 1977 como un intento de dar oxigeno al sistema político deslegitimado (ya que el único candidato para la presidencia fue José López Portillo) se hacen reformas electorales que logran el acceso a los partidos al sistema de gobierno, en especial el Congreso, al grado de que partidos como el Partido Comunista, logra algunas curules en la Cámara. Este parteaguas electoral da pie a otros de mayor envergadura que se concretarán, en particular, veinte años después.

El régimen siguió aferrandose al poder sobre cualquier resquicio, de tal manera que no dejó de haber fraudes en diferentes zonas del país, donde perdían candidatos del PRI. Sin embargo, la defensa pacífica del voto, en particular en el norte del país, obligó en determinados casos a reconocer la victoria de un candidato diferente al partido en el gobierno. Estos fueron antecedentes significativos para consolidar la convicción de que un régimen sólo podía ser democrático a través de las elecciones, así es que apesar de las limitantes en lo electoral, diferentes partidos siguieron apostando por esta vía, dado que veían que la sociedad respondía con igual actitud y entusiasmo por hacer todo lo posible por democratizar el país, al menos en lo político-electoral.

Un evento histórico precipitó cada vez más la necesidad de la población de la democratización del país. 1985 fue un año que marcó profundamente a la Ciudad de México y al país, porque no sólo cimbró los principales edificios de la ciudad, sino además abrió grietas en el sistema de gobierno. La ineficacia del gobierno de Miguel De la Madrid por atender el terremoto del 85 y la espontánea participación ciudadana frente al desastre, dejaron claro que una sociedad era capaz de organizarse por sí misma para hacer frente a una catastrofe de dicha magnitud, y si era capaz de eso, por qué no ser capaz de construir la democracia.

El Frente Democrático Nacional que logró unir al espectro político de la izquierda, intento dar una instauración necesaria de la alternancia en el poder y de la consolidación democrática. Dicho frente estaba encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del general Lázaro Cárdenas y ex miembro del PRI, del cual decidió salirse junto con otros prominentes priístas por la falta de democratización hacia el interior del partido. Dicho Frente contó con el apoyo de numerosas organizaciones que se crearon a raíz del terremoto del 85 y del Consejo Estudiantil Universitario, que se creó a partir de la huelga del 87 en la Universidad Nacional Autónoma de México. Este Frente se convirtió en un movimiento democratizador.

No obstante, las elecciones del 6 de Julio significaron el desafio más importante para el PRI y el posibilidad más esperanzadora para inaugurar un proceso democrático institucional. El gobierno no supo asimilar dicha actitud de la sociedad y optó por retardar este proceso. Manuel Bartlett, Secretario de Gobernación, señalo literalmente que el sistema se había caido. En este caso se refería al sistema de computo de los votos. Finalmente, se terminó por otorgar la victoria a Carlos Salinas de Gortari, candidato del PRI. Dicho acto significó un agravio para una gran parte de la sociedad. De nuevo la democracia se seguia viendo como una amenaza a la permanencia del grupo en el poder.

Sin embargo, las experiencias del intento de democratización del sistema político mexicano se seguían acumulando así como eventos históricos; el levantamiento zapatista y la muerte de Luis Donaldo Colosio aceleraron este proceso; pero, de igual forma existía una actitud combativa de las organizaciones civiles y diferentes intelectuales. Después del asesinato de Colosio, se mostró claramente que el partido en el poder significaba ya un factor de desestabilización, y junto con la actitud activa de la sociedad civil se empezaron abrir espacios en terminos legislativos para la conformación de un sistema de partidos y el paso hacia la democracia.

En 1997 por fin se devuelven los derechos políticos a los habitantes de la Ciudad de México, de elegir un Jefe de Gobierno así como sus representantes en la Asamblea Legislativa. Y finalmente en el año 2000 se da la alternancia en el poder, el Partido Acción Nacional (PAN) logra ganar la presidencia de México.

Como hemos podido dar cuenta la sociedad civil, en particular la organizada, junto con diversos partidos políticos apostaron por la democratización del país a través de la vía pacífica y electoral. Sin duda, lo lograron, quizás no como lo hubieran deseado del todo, pero por fin pudo romperse el monolito del poder y se dio paso a la posibilidad de elegir libremente.

No obstante, el arribo al poder del PAN al gobierno, no pudo concretar de forma más profunda los anhelos democráticos del país, las grandes agendas como la pobreza, el desarrollo, la educación, la seguridad, etc., quedaron al margen y sólo observamos un presidente Vicente Fox abúlico y un acrencetamiento de los poderes fácticos.

Sin embargo, el punto de quiebre que dio un fuerte golpe a la credibilidad de la ingeniera institucional democrática fueron las elecciones del 2006. Por un lado, el candidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador mostró una actitud despectiva hacia las instituciones. Por otro lado, dichas instituciones tampoco supieron actuar de acuerdo al propio momento que se estaba viviendo. La sospecha que se sembró sobre un fraude en estas elecciones orilló a un desencanto de las instituciones creadas para la democratización del país y a una creencia en un sector de la población, que de nuevo la vía electoral no lograba ser el camino para el ascenso al poder.

Es cierto que desde el 2000, disminuyó el número de votantes con respecto a 1997 y este siguió disminuyendo conforme avanzaban los años, pero lo más crítico es que de nuevo se volvió a desconfiar de las instituciones que conformarían el nuevo aparato democrático del Estado, y que le darían fortaleza y legitimidad a través de la sociedad. Otro factor importante es que a diferencia del PRI que logró mantener un amplio apoyo social a través de un desarrollo económico y social por algunas décadas a pesar de la falta de democracia, el PAN en todo caso no fue capaz de esto.

Otro factor importante es que se incremento un desprestigio generalizado hacia los partidos políticos por su impericia para poder representar realmente a la sociedad. Pero, esto estuvo auspiciado , en parte, por los poderes fácticos, en particular, los medios de comunicación. Es importante hacer incapié en cómo, desde los grandes medios de comunicación electrónicos, se inició una campaña de desprestigio, en especial, a partir del revés de la Corte Suprema de Justicia de la Nación contra la ley Televisa, así como de la reciente reforma electoral donde se suprimió el gran negocio de los medios de comunicación electrónicos, particularmente, de las dos grandes televisoras TV Azteca y Televisa; esta reforma electoral enfureció a este sector, así como un grupo de intelectuales, en cierto modo muy ligados a estas dos empresas, que llamaron a esto "un atentado contra la libertad de expresión".

Lo que es cierto es que aunado a la incapacidad de los principales partidos por dar respuesta a la crisis económica, la corrupción de estos y el desprestigio desde los medios de comunicación: el descrédito de la clase política en México, es un hecho. Reconstruirse así mismos llevara probablemente un mirarse hacia dentro y repensarse hacia fuera, lo que, probablemente, no será rápido.

Sin embargo, el punto nodal me parece que si ¿todo esto, merece que nosotros respondamos con un voto nulo, como una forma de protesta social frente a la actuación de la clase política en nuestro país?

El voto nulo, es reactivo, más que activo, porque representa una respuesta resignada frente a un imposible. El voto nulo, puede llamar la atención de diferentes sectores, pero sólo de manera temporal. Los poderes elegidos en las urnas, así sea por la mínima votación, seguirán funcionando. Aún no existe una legislación que nos permita llamar a una segunda o tercera vuelta, según sea el caso, si no existen determinados números de votos que legitimen las elecciones.

Asimismo, el voto nulo, sólo impacta en un sector de la sociedad que generalmente participa en las elecciones y que además racionaliza, en cierta medida, la elección que hará en la votación. Aunado a esto, las elecciones intermedias, para la elección de diputados locales y federales, no tienen una valoración para el electorado, comparada con las elecciones presidenciales. Esto puede explicarse, en parte, por el sistema presidencialista que privó por mucho tiempo, y que en cierta medida sigue vigente. Por lo tanto, el electorado aún no ha podido palpar de manera más clara, el peso que tiene el Congreso, en la dirección que el país puede tomar.

Estas elecciones intermedias, han tenido un elemento común, la abstención. Por otro lado, generalmente asisten a las urnas la bases y militantes de los diferentes partidos. Por lo tanto, en muchas ocasiones, la proporción de la militancia partidista define estas elecciones. No es de extrañar, que las elecciones del 2003, las ganara el PRI y que las estadísticas anuncien que las elecciones de este año, se las lleve de nuevo este partido.

Es cierto, que esto también se debe al desencanto de las opciones que se gestaron como alternativa al PRI. Tanto el PAN como el PRD, no se han podido consolidar como una alternativa real, a la forma de gobierno de los priístas. Los mismos vicios del régimen anterior han permeado en estos partidos, ahora que han pasado de ser oposición a ser gobierno.

Sin embargo, antes de caer en una decisión resignada, producto de un análisis simplista, habría que analizar el poder real que tiene el Congreso, tanto a nivel federal como a niveles locales. El marco legal, el presupuesto de egresos e ingresos, la asignación de recursos, la profundización de la reforma del Estado, el combate a la pobreza, la transparencia, la rendición de cuentas, etc., ineludiblemente pasan por el Congreso.

Desdeñar uno de los poderes con mayor poder, puede significar, disminuir en gran medida los cambios y reformas que pueden hacerse desde el Congreso. Una oposición real, que sirva de contrapeso a un poder presidencial -con herencias autoritarias del pasado régimen-, puede dar paso a cambios graduales pero necesarios para el país. Desde mi postura no condeno el voto nulo, me parece que ha dado un paso decisivo para el debate sobre la relación entre la clase política y la sociedad. Más bien, apelo a una reflexión más profunda sobre la decisión que tomaremos en las urnas, y a la construcción de una sociedad cada vez más informada a la hora de decidir y, con una estima profunda por la democracia.

Bienvenido el debate, repensemos la elección...

jueves, 19 de marzo de 2009

La Seguridad Pública en México.

Ante la ola de violencia desatada por el crimen organizado, en especial el dedicado al narcotráfico, el gobierno federal ha asumido una política de militarización de la seguridad pública, justificando dicha acción, dado el alto índice de corrupción en las polícias estatales y municipales. Las preguntas a esta estrategia son ¿es adecuado colocar al Ejército en labores que competen al ambito de la seguridad pública de la seguridad nacional? ¿Ante la inmensa corrupción de las policías municipales y estatales es preferible desaperecerlas y en su lugar colocar a miembros del ejército?

Colocar al Ejército en labores de seguridad pública, tiene una serie de riesgos que no se han analizado y que su incorporación pronta y sin estrategia, nos habla de una acción desesperada por no saber cómo reaccionar ante un problema que pone en riesgo a la población y al propio Estado. Primero hay que analizar si el Ejército es el órgano más adecuado para combatir al crimen organizado, así como el menos incorruptible. En lo que cabe a su capacitación posee en algunos casos mayor entrenamiento, pero carecen del entrenamiento para tratar con la sociedad civil, por lo que ha llevado ha que se hallan cometido innumerables violaciones a los derechos humanos, así como muertes de civiles inocentes. En lo que corresponde a su incorruptibilidad, está puesta en duda por los varios mandos militares que se han visto involucrados con el narcotráfico, incluidos los estrategas de combatir el crimen organizado.

Lo anterior nos muestra que la estrategia de involucrar al Ejército en labores de seguridad pública no resulta la más adecuada. Pero por otro lado, es importante hacer una revisión histórica de las labores que el Ejército ha asumido desde la constitución del Estado en el siglo XX, consolidado por el Partido Revolucionario Institucional. La muerte de Álvaro Obregón y el gobierno de Ávila Camacho, subordinó al Ejército al poder presidencial y civil, lo que significó un gran avance en comparación con otros gobiernos de Sudamérica que se vieron asediados por golpes militares y dictaduras sangrientas. Sin embargo, la doctrina del ejército mexicano en un contexto no democrático y autoritario, fue erradicar toda amenaza a la estabilidad y permanencia del grupo en el poder. Lo que significó una sistematica violación a los derechos humanos y la represión de innumerables movimientos sociales. Esta actuación a la larga significó un desprestigio del Ejército y una disminución del poder, del grupo gobernante.

De modo que colocar al Ejército en un contexto diferente al vivido durante el régimen priísta, sin que este haya asimilado los cambios que ha vivido la sociedad y el Estado, significa poner de nuevo en riesgo la credibilidad de una institución encargada de preservar la seguridad nacional. Pero aún más grave es poner en riesgo la integridad de la población frente a un Ejército que no se asume como preservador de un estado democrático y respetuoso de los derechos humanos.

Al carecer de una estrategia adecuada de combate al crimen organizado, no sólo se pone cada vez más en riesgo la integridad de la población, sino la propia conservación del Estado. Ya que ante un desprestigio mayor del Ejército, el apoyo de la sociedad disminuye y sucede en algunos casos que la base social del crimen organizado aumenta.

Para contestar a la pregunta si ¿es preferible desaparecer las policias municipales y estatales y colocar al Ejército al frente? En primer lugar pone en riesgo el carácter federalista, el cual no se ha logrado consolidar, pero que se ve disminuido al no fortalecer a municipios y estados; por otra parte, se hablaría de eliminar los cuerpos policiacos, concebidos para el resguardo de la seguridad pública. En todo caso, se debería reestructurar y limpiar el personal policial, pero no sólo eso sino ir en contra de los presidentes municipales y en algunos casos gobernadores coludidos con el narcotráfico.

Por lo tanto, podemos observar que se careció de una estrategia adecuada para el combate al narcotráfico, por otro lado podemos observar que se actuó más por el efecto mediático, que por una acción concertada y pensada para el combate al crimen organizado. Las labores de inteligencia es aquí donde deben jugar un papel fundamental, para dar contra el corazón del crimen organizado, más que combatir cuerpo a cuerpo contra los sicarios, se debe investigar las redes de poder que protegen a los líderes, el flujo de dinero, la aprehensión de los principales dirigentes y una estrategia a nivel internacional con otros países para eliminar la red del crimen organizado.

Lo anterior, con una reforma al sistema judicial, que le dote de plena autonomía y de controles de transparencia y rendición de cuentas, podrán orquestar una estrategia adecuada contra el crimen organizado. Concentrar todo en el Ejército es lanzar balas de salva. El actual gobierno y los posteriores deben tomar consciencia de que estamos en aras de un estado democrático, que este no se puede poner en riesgo con una estrategia que militarice, que disminuya el espacio público y la actividad cotidiana de los habitantes de este país.

Como sociedad civil, nos corresponde defender el espacio público y hacer frente no al crimen organizado, sino a una estrategia del Estado que pone en riesgo nuestras garantías individuales, y que a la vez puede significar un grave retroceso para el avance democrático que la mayoría pretendemos para este país.

sábado, 14 de febrero de 2009

¿Cuál es el principio para la construcción de nuestra democracia?

La construcción de la democracia en nuestro país se ha visto tapizada de innumerables discursos, no obstante sólo retomare dos. El primero es la construcción de un sistema político-electoral democrático, donde existan elecciones libres y transparentes, con una competencia equitativa entre los partidos opositores y el partido en el gobierno, asimismo, que este sistema esté dotado de un órgano autónomo, imparcial y ciudadanizado, que organice y realice las elecciones, de tal modo que se garantice el voto de quienes acudieron a votar; esto y otros temas como financiamiento, acceso a los medios de comunicación, han sido uno de los principales temas que se ha discutido, en especial en nuestro país, en los últimos veinte años.

Otro de los temas que han tenido relevancia en la democratización de nuestro país, ha sido la ciudadanía, construir ciudadanía. En este punto la sociedad civil organizada ha jugado un papel importantísimo, primero, porque es ésta quien se ha percatado de la importancia que una persona conozca cuáles son sus derechos y tenga pleno acceso a ellos; segundo, han sido las organizaciones de la sociedad civil, quienes han asumido un papel importante en la participación de la ciudadanía, tomando consciencia de que la información y el ejercicio de los derechos, tiene que construirse a la par y en ocasiones contra el gobierno.

El terremoto de 1985, que sacudió la Ciudad de México, fue el parteaguas de una sociedad civil que se encontraba por un lado truncada por el sistema de gobierno en nuestro país, y por otra parte, por un sector radical pero marginal, que optó por la vía de las armas. La mayor parte de la población comenzó a organizarse frente a la incapacidad del gobierno federal de dar atención a dicho desastre. Dicha organización, ante la tragedia, creó los cimientos de una sociedad civil que se despabiló y reconoció que había que construir junto al sistema político una sociedad capaz de incidir y de apoyar un movimiento que democratizara el país.
Las elecciones de 1988, fueron el resultado de una sociedad que se percató que lo importante era organizarse y actuar activamente en la transformación política del país. Sin embargo, dicho proceso fue truncado con el fraude electoral de ese año.
A pesar de todo, el sistema, en ese entonces el PRI, se cismó y su caída era cada vez más evidente, de tal modo que las elecciones del 94 lo demostraron y en el 2000, fue el cenit de un sistema político gobernado por el PRI, por cerca de 70 años.

Los años 1997 y 2000, representaron la posibilidad de ver un sistema político ampliamente democrático, sin embargo, los resultados no fueron los esperados. Vicente Fox, junto con una clase política y empresarial que deseaba y desea, preservar innumerables prerrogativas, no quisieron la democratización que este país necesitaba. Al paso del tiempo logramos constatar como el gobierno de Vicente Fox, retrocedía, aunque es cierto que no se opuso a la transparentación del manejo de los recursos, y durante su gobierno se creó el IFAI, en otros tantos casos no tuvo la misma disposición. Tal es el caso de profundizar la competitividad en el ámbito económico, tanto en el de la industria, servicios, comunicaciones y el transporte. Asimismo, se impidió la reforma del Estado, que era uno de los puntos nodales para poder dar un nuevo soporte a un sistema que estaba en aras de democratizarse.

No cabe duda que es importante reconocer los avances democráticos que se han generado en el sistema político, no obstante, la democratización profunda que requiere el Estado aún no se ha dado. El Estado necesita fundarse bajo nuevas bases, todavía muchas de las estructuras que hoy operan siguen siendo ampliamente autoritarias o discrecionales. El sistema penal y de justicia, no ha tenido los avances necesarios. En el ámbito de la seguridad pública y nacional aún se sigue operando con formas que están enraizadas en lo más profundo de un sistema autoritario.

Es cierto que si no existiera las mínimas garantías democráticas en el sistema político, difícilmente podrían realizarse una serie de cambios en pro de la sociedad, empero, lo importante no debe ser continuar con lo mínimo, sino reforzar el carácter democrático del Estado para dar fortaleza al mismo y con ello a su propia sociedad.

¿Cuál es nuestro papel? El mismo que jugaron esas generaciones que se percataron de la importancia de participar activamente en la construcción democrática de nuestro país, ese es el principio de edificar un sistema democrático profundo, pero también es el punto de extensión para profundizar la democratización.

Hoy día es evidente como la clase política ha generado un "cordón sanitario" de tal modo que no permite que la sociedad incida en los cambios reales de este país. Las generaciones que apelaron y que han apelado a la democratización de este país, no concibieron que ésta significara la alternancia y competencia, entre los miembros de la propia clase política. La democracia es y se concibe cuando la sociedad civil está presente, tanto en las tomas de decisiones relevantes para nuestro país, como en los beneficios que trae consigo la democracia.

La manifiesta precariedad económica, la inseguridad, la violación de los derechos humanos, la impunidad, son los síntomas que nos hablan de la urgencia por participar activamente en la democracia de nuestro país. Es importante, tener claro, que no hay democracia sin desarrollo económico, no hay democracia cuando la vida de la población se ve amenazada, no hay democracia cuando se violan permanentemente los derechos de una población, no hay democracia cuando aún habiendo culpables no hay castigo.

Ese es nuestro papel, mi papel, construir activamente la democracia que nuestro país requiere.

sábado, 24 de enero de 2009

Iniciar el debate sobre el proceso democrático en México

Mi recuerdo es vago sobre las elecciones en México del año 2000, para ese entonces la vida política de este país carecía de interés para mi. No obstante, aunque uno quisiera desentenderse, dichas elecciones no pasaban desapercibidas; en mi escuela, en la calle y en todos los medios de comunicación escuchaba como estas elecciones habían representado "el fin de una era, por casi 70 años, del control del sistema político por un solo partido, el Partido Revolucionario Institucional (PRI)".

De igual modo, escuchaba de forma recurrente la palabra "democracia", no obstante, dicha palabra todavía no tomaba ningún sentido para mi. Sin embargo, no tardo mucho para que conociera el significado de esta palabra. Por ese entonces, una caravana muy singular visitó la Ciudad de México, se decían llamar "zapatistas"; pero la verdad es que lo único singular que yo les encontraba es que venían encapuchados, y aún más me causaba extrañeza ese personaje denominado asimismo Subcomandante Marcos, que no sólo era ovacionado por la mayoría de jóvenes y adolescentes como yo, sino que también arrancaba unos suspiros profundos en mi hermana y en ocasiones unos gritos desgañitados por algunas amigas, las cuales sin pudor le gritaban "papasito", "te amo", etc.

La confusión producida por el efecto mediático de unas elecciones, y la visita de estos encapuchados y del Sub, que más bien me parecía un "rockstar", aún no me permitían comprender qué había pasado; cómo de pronto, todo se volvía algarabía nacional, al ver a un tipo botudo y bigoton (que en los pocos comerciales de su campaña que recuerdo de él, le decía "mariquita" y "lavestida" a su oponente, así como mentadas de madre, "tepocatas", "serpientes", etc.) en la presidencia, sólo por el hecho de no pertenecer al partido que se decía había gobernado por tantos años, y ver a esos enchapuchados indígenas, que alguna vez habían enfrentado al ejército nacional, ocupar ahora los asientos y el micrófono en la Cámara de diputados.

Cuando ingrese a la universidad en el 2003, algunas cosas empezaron a tomar sentido. Y en gran medida se lo debo a profesores, amigos y compañeros de clase. Para mi, la universidad me parecía un hervidero político, donde diferentes posturas brotaban por donde sea, percatandome a la vez de lo peligroso que podía ser politizarse sin aprender a analizarse y analizar. Con algunos raspones y silencios de otros compañeros, aprendí a usar antes la razón que las vísceras, y de manera paulatina empecé a observar, estudiar y analizar a este extraño país y su población, al que profundamente pertenezco.

Pero también he de reconocer la importancia de conocer un amigo en lo particular, que influyó fuertemente para que me sintiera cada vez más compenetrado con mi país, Abelardo Rodríguez, quien es investigador y profundo conocedor de las relaciones México-Estados Unidos. En el mismo año que ingrese a la universidad nos conocimos, me invitó a trabajar como su asistente en un libro que estaba escribiendo sobre Bush. Conforme él leía y redactaba su investigación, yo la transcribía al ordenador, y leía con azoro los descubrimientos que éste hacía sobre el funcionamiento político de EU, que hasta la fecha, aunque con ciertas dudas, sigue siendo la primer potencia económica y militar. Me asombraba la fortaleza de su sistema judicial, su creencia por los valores de democracia, libertad, así como sus valores religiosos. Pero a la vez me desconcertaba, porque hacia fuera los percibía de forma diferente, creía que sólo se escudaban en un discurso que legitimaba sus invasiones, así como la imposición de sus políticas a otros países.
Esto en parte es cierto, pero el funcionamiento hacia dentro es diferente, por eso es que me asombró saber que George W. Bush hubiera llegado a la presidencia por un fraude electoral que convalidó la Corte de EU, conociendo la fortaleza institucional de ese país; yo creía que este tipo de cosas sólo sucedían en países subdesarrollados como el nuestro.

Todo para mi, fue una constante de sorpresas, esperanzas y decepciones. La mayor decepción con la que me tope fue con el sistema político gobernado por el PRI, porque mi amigo descifraba con agudeza como dicho sistema unipartidista, (donde las elecciones carecían de oponentes, y más bien se convertían en un referendo para la permanencia en el poder de dicho partido, pero que cuando dicha aprobación se veía amenazada acudían a toda la maquinaria del Estado, para la continuación de su poder), redujó el margen de soberanía de nuestro país y lo supeditó a los intereses de EU. La retórica nacionalista del PRI, sólo fue eso, retórica; detrás de ello se ocultaba de forma lamentable la subordinación y la incompetencia de saberse manejar frente a un vecino que es, la potencia más importante del orbe.

Fue cuando me pregunte ¿Qué pudo haber impedido que México terminara por convertirse en el traspatio de su vecino?
Democracia, fue la palabra clave. La opacidad, la discrecionalidad, el autoritarismo, la falta de debate sobre temas trascendentales para un país y su población, sólo pueden darse de manera efectiva en una democracia. Sin ésta todo lo que se haga es mera simulación.

Fue entonces cuando dicha palabra tomó un sentido relevante en mi vida, y con ello mi interés más decidido sobre la vida política nacional. Pero no basto con eso, cuando creía yo tener claro que la democracia era lo importante, me saltaron otras preguntas ¿cómo se construye la democracia? ¿hay democracias adjetivadas? Si es así ¿entonces qué tipo de democracia necesita nuestro país?

Octavio Paz, fue un referente para mi, por azares cayó en mis manos una compilación de textos políticos del poeta mexicano, "Sueño en Libertad" de la editorial Seix Barral, fue la linterna en medio de la oscuridad. El pensamiento de Paz no sólo me guió en ese sinuoso sendero que es la política, sino además logró extirpar de mi aquellos resabios de autoritarismo y paternalismo, que quedan grabados en el inconsciente por nuestra familia y la sociedad a la que pertenecemos.

La democracia, implica una responsabilidad individual; ésta se construye porque hay personas que asumen que tienen un deber cívico y moral, para consigo, la sociedad y las próximas generaciones. No se está a la espera de que algún personaje llegue a redimir nuestra pesada pobreza y democratice la vida nacional, el tipo de país que deseamos es una responsabilidad individual y compartida, nosotros somos los responsables de construirla.

Y ¿cómo se construye? Con el debate de ideas y con la organización.

Es por ello que he decidido que se abra este espacio para el debate de ideas y la organización en cada uno de los puntos cercanos o distantes de nuestro país.


Vuelvo a hablar sobre mi y la vida política de este país. En el año 2004 sucede de forma inédita el desafuero del entonces jefe de gobierno del Distrito Federal, él cual era uno de los contendientes más fuertes para las elecciones presidenciales del 2006. El motivo por el cual era desaforado era porque no había respetado la resolución de un juez, sobre el predio denominado "El encino". Sin embargo, la credibilidad de dicho argumento era mínima, dado que el gobierno federal encabezado por Vicente Fox, tenía a toda la maquinaria del Estado para ir en contra de un personaje que punteaba las encuestas.

No obstante, la posibilidad de juzgar al exjefe de gobierno, se vio truncada no sólo por lo rentable que resultaba en términos políticos para el inculpado, sino sobre todo por la gran presión que se ejerció por parte de la sociedad civil, a través de una serie de movilizaciones, que hicieron un llamado a que el gobierno federal y todos los otros actores involucrados, respetaran el proceso democrático que se llevaría acabo en las elecciones del 2006, y no fueran ellos quienes decidieran quién sería el próximo gobernante de este país.

Con la presión social llevada acabo por una gran parte de la sociedad, el intento de dejar fuera a uno de los más fuertes contendientes a la presidencia, fue nulificada. No obstante, las elecciones del 2006, significaron un fuerte cisma a las instituciones y a la vida democrática naciente de este país. Difícilmente puedo argüir si hubo o no fraude, no obstante, creo que eso no es lo relevante sino que la credibilidad del Instituto Federal Electoral (IFE) de darle legitimidad y transparencia a dichas elecciones, se vino abajo, no sólo por el no reconocimiento de los resultados, del entonces candidato Andrés Manuel López Obrador, sino principalmente por la intromisión de Vicente Fox, de grupos empresariales y de la poca capacidad del Instituto y del Tribunal Electoral para ser transparentes, y hacer el recuento de los votos para dotar de credibilidad dichas elecciones.

Pero lo más significativo fue que, una gran parte de la población sintió que el proceso democrático de este país de nuevo se había visto truncado, como en el 68 y el 88.

Esta experiencia que la viví de forma tan cercana, me ha marcado de forma importantísima en mi vida, y mi pensamiento político, con una convicción cada vez consolidada, de saber que uno es responsable como ciudadano de construir la democracia y de hacer que esta permanezca, así como de consolidarla y profundizarla.

De nuevo vuelvo a EU. Las elecciones en EU han generado una serie de expectativas en el mundo, no sólo por el hecho de que terminó el mandato de George W. Bush -uno de los personajes más repudiados en el mundo, no sin razón- sino también porque por primera ocasión quien preside el país, es negro. Pero no sólo es el color de la piel, lo que lo hace diferente, sino el contenido de su discurso.

No obstante, con un análisis más informado y frío, las expectativas por que EU deje de ser una potencia imperial, son falsas; no dejará de intervenir cuando sus intereses se vean en riesgo o de imponer su visión hacía el mundo, en particular sobre aquellos países que tiene menor margen sobre sus tomas de decisión, tal como el nuestro.

Sin embargo, lo relevante de este cambio, no es que sea el primer presidente negro demócrata, sino el cambio que pudo concretar la sociedad norteamericana, la lucha por los derechos civiles de los negros, la lucha por el fin de la guerra en Irak por Cindy Sheean, o de otras innumerables organizaciones de la sociedad civil, la comunidad latina, en especial la mexicana, tan fuertemente golpeada por las redadas.

Es las sociedad civil estadounidense la que logró que se concretara dicho cambio, y es ella la responsable de que sea "el cambio para el cambio".
Entonces ¿qué nos enseñan las elecciones en EU? Que la posibilidad de hacer real lo que deseamos y soñamos sobre nuestro país, sólo es posible si nosotros actuamos.

Pero ¿cómo debemos actuar? El debate plural de las ideas es el principio de la acción, que se concreta en la organización.
El siglo XX nos enseñó que aquellas posturas que plantean un cambio a través de la eliminación del otro, terminan convirtiendo el sueño en pesadilla. Debemos aprender a vivir con el otro, ese Otro, que siempre nos parece extraño y amenazante, uno puede vivir mientras exista el otro. Si ese otro desaparece, también desapareceremos con él.

Es cierto que ese otro, puede amenazarnos, incluso intentar eliminarnos, pero entonces tendremos que poner diques sobre el otro y generar los espacios donde uno y el otro, sino convivan al menos puedan consensuar.

Es cierto que habrá muchas divergencias en este espacio, y ese es su fin, pero no podemos caer en el insulto, ni en la cerrazón, porque este espacio dejaría de ser, y con ello las diferentes voces que desean expresarse. Esta es la norma para estar en este espacio.

¿Por qué no empezamos a pensarnos como nación a corto y largo plazo? ¿Cómo nos vemos para las elecciones del 2009? ¿Y en el 2012, habremos dado el salto de esta aparente interminable transición democrática?
Les dejo el espacio, nuestro espacio, para que iniciemos la construcción de eso que deseamos.